Hace poco comentaba que desde casi siempre en tebeos leía básicamente superhéroes, sin quitarme de otras cosas y sin sentir inferioridad alguna por mi preferencia (si acaso, asco por el gafapastismo ajeno), pero que veía la cosa un poco de capa caída y estaba algo desencantado, tocándome comentar a santo de qué.
Bueno, pues por fin despúes de tantos años me he podido leer la miniserie de John Byrne que redefinió a Superman, llamada (qué casualidad con la que está cayendo) El Hombre de Acero. ¿Por qué leo menos tebeos? Pues, mismamente porque no hay cosas grandes como este trabajo de Byrne en su mejor época. No es despecho y no es por Superman, personaje que nunca me ha atraído.
Os cuento, DC tenía un lío enorme con colecciones y líneas temporales de lo que habían sido sus tebeos desde décadas pasadas porque no compartían un universo común (eso fue ocurrencia de Marvel), así que en los 80 había un lío sobre quien llevana el traje de Flash, que pasaba con el Linterna Verde clásico y quién demonios estaba en el planeta de quien para hacer un cruce de colecciones o apariciones especiales, porque la solución que daba DC a como evolucionaban o cambiaban sus personajes de una versión a otra es que estaban en un multiverso lleno de tierras paralelas y universos a juego, que cada tebeo iba en su mundo y a su bola mientras no se dijera lo contrario habiendo apariciones especiales. Al final había tanto lío que tocaba hacer lo que ahora se llama un reboot, un reinicio de todo y se montaron una serie limitada le leche de cósmica.
Tras eso, había que poner las cosas en su sitio, o más bien, volverlas a contar. Y a John Byrne le tocó volver a contar el origen de Superman y poner cada elemento de su historia en su sitio (o descartarlo). Por ejemplo, definir que enemigos tendría o no (muchos eran de Superboy que siendo una serie en un universo paralelo dejaba de existir) o concretar cuando conocía a Lex Luthor.
En su momento había cierto resquemor con el asunto, pero Byrne demostró ser un gran conocedor del personaje y tomó decisiones coherentes que hoy día se consideran que no podría ser de otra manera cuando todo esto viene de los 80. No defraudó ni un ápice.
Es leerlos ahora y comprender que falla y falta ahora. Primero, Byrne hace de autor completo y, como es de esperar, se coordina muy bien trabajando consigo mismo (algunos dirían que es él mismo es la persona con la que mejor trabaja y casi la única que puede sin roces). Tenemos un dibujo limpio sin barroquismos y el color de su tiempo sin trampas ni efectos de ordenador o volúmenes de la separación de color, para un dibujante esto es ahora como mantener un tebeo solamente en blanco y negro, trabajar sin red, si fallas, nada te lo va a disimular; pero el resultado es brillante.
La narrativa, además, casi hace llorar de felicidad. En 6 números de 24 páginas pasan más cosas y mejor explicadas que en 300 de algunos autores reputados que andan sueltos por ahí, y la idea es ponernos el origen del héroe, presentarnos a Lois Lane, a Luthor, la forja de la identidad secreta, enseñarnos Krypton (ahora con lectura crítica e ingeniería genética, que la peli nueva no inventa nada) y con Bizarro de regalo. Nada de viñetas de una página ni trampas de ahora, tampoco enormes cuadros de texto para poder contar todo eso porque el diálogo o la imagen no saben manejarse. Simplemente un tebeo donde tienen tiempo para contarnos por qué le odia Lex Luthor (y sacarlo de Smallville, como pasaba en Superman, pero reincidieron en eso). Pero todo esto se hace con historias amenas que empiezan para acabar y, de propina, joyas como contarnos como se afeita Superman usando su propia visión calorífica.
Sencillamente, no hay este buen trazo en ejecución. Las cosas se estiran y se estiran ahora y ves a un dibujante competente para que te metan de improviso a otro mediocre y luego toque una macrosaga o una historia corta para interrumpir la metatrama. Parece que se haya perdido la gracia necesaria para hacer un buen tebeo con contenido, independiente como historia en sí mismo (pero coherente con su serie) y sin pretensiones. Hay grandes autores ahora, pero abordan sus etapas como una especie de colarnos su propia visión revolucionaria (cuando no se les pide) en algo así como un álbum o una miniserie de tapadillo cuando están en una serie regular y su trabajo es jugar con el bagaje del que pasaba antes, usando sus piezas y personajes para hacer algo honesto y, una vez más, sin querer reinventar nada ni hacer (ay, miedo) ni un Watchmen ni una revisión verista del estilo de Nolan en sus pelis de Batman. No es pedir un tebeo tonto de antes, lo que hecho de menos es tener una agenda creativa como la que menciono echar en falta.
Esto son unos buenos tebeos de Superman donde nos cuentan unas cuantas historias y nos colocan los personajes y su mundo con elegancia. Son buenos en sí mismos, son amenos y son un buen lugar donde empezar con el personaje. ¿Qué más se puede pedir? La etapa de Byrne con Superman es más larga que esto y dio para más, pero si no se ha reeditado, está a punto de hacerse. Echadle un vistazo aunque Superman no sea lo vuestro, tal como me pasa a mí. Os maravillará su eficacia.
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